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Por: Paula López

 

«Si uno no sabe su historia, no sabe nada: es como ser una hoja y no saber que forma parte del árbol». -Michael Crichton.

En las intervenciones terapéuticas, utilizamos una simple herramienta en las primeras sesiones: dibujar a la familia. Está técnica llamada genograma, nos permite esquematizar y sintetizar la información familiar de una persona. Se parece a un árbol genealógico, pero se enfoca hacia aspectos más específicos de los vínculos familiares y las relaciones que mantienen entre ellos.

Al observar el genograma (sin conocer detalles, ni la historia) resulta ser un entramado de sujetos y relaciones, siendo un colectivo. Hay líneas continuas que conectan, líneas punteadas y rayas que simbolizan quiebres y desconexiones. Es como mirar un dibujo de una danza, como si se dibujaran los pasos de un baile. Comúnmente muestran la consanguineidad, pero también, al hablar de relaciones, incluye a quienes se consideran familia por afinidad, adopción u otras razones.

Su información sirve como insumo para una intervención clínica o pedagógica. Sin embargo, cualquier persona puede hacer su genograma para conocerse mejor. Es particularmente útil para encontrar patrones, conflictos inter o transgeneracionales y/o pautas de conducta. La historia familiar es también una historia genética y hace posible visualizar las fortalezas y debilidades físicas que se heredan.

En los genograma no hay jerarquías. Se construyen dibujos que permiten visualizar a la familia de una manera diferente y comprender la historia familiar.

Para quienes nunca han asistido a una terapia y sienten temor de hacerlo, por lo general, en las primeras sesiones se responden interrogantes, tales como: nombres, fechas de nacimiento, muerte, matrimonio, divorcio, etc. Luego debe haber un grupo de preguntas que permitan profundizar en los rasgos específicos de cada miembro de la familia y sus relaciones.

Tener un genograma como hoja de ruta nos permite ver el contexto familiar actual y el de nuestras generaciones pasadas. Visualizar las relaciones nos ayuda a no entramparse en las individualidades. El genograma proporciona saberes familiares que podrían propiciar una relación más armoniosa entre sus miembros.