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Por: Sebastián Uriarte

 

 

 

Llegó la primavera. La naturaleza comienza a brotar y, lamentablemente, coincide con un alza en la aparición de cuadros de trastornos del ánimo. Se conoce como el trastorno afectivo estacional. Afecta principalmente a personas susceptibles a las condiciones del clima y la estacionalidad, por lo cual es muy importante entender cómo influye el entorno en nuestro estado del ánimo y desde ahí generar los cambios necesarios.

El diagnóstico es el primer paso para lograr generar un cambio. Nos permite clarificar el estado inicial e intervenir para potenciar el desarrollo o transformar alguna anomalía. Todo esto basado en los recursos que posee la propia persona. La motivación para el cambio es la segunda clave. Necesito querer cambiar para poder ser capaz de sortear las dificultades que trae implícito cualquier proceso de transformación. Una de las dificultades principales del cambio es la transición, que es el proceso de interiorización psicológica del cambio. Entendemos el cambio como algo más externo y la transición como el mecanismo psicológico que sustenta la permanencia de la conducta deseada.

Para que el cambio se consolide a través de la transición psicológica, es importante entender sus tres etapas: La primera es dejar el estado en el que estoy y por lo que los demás me reconocen. Esta fase quiebra el equilibrio propio y del círculo cercano. La persona que realiza el cambio hace la pérdida de manera más o menos voluntaria, pero muchas veces quienes nos rodean deben asumir el quiebre del equilibrio sin entender necesariamente la motivación a la base de éste.

La segunda etapa es la indefinición. Lo que dejo se ha ido, pero el nuevo estado no está completamente operativo. En esta zona neutral es cuando se llevan a cabo los realineamientos psicológicos y se empiezan a configurar los nuevos patrones cognitivos que permitirán desenvolverse en el nuevo escenario. Es una fase de mayor incertidumbre y requiere de mucho apoyo de las personas más cercanas.

La última etapa es donde quiero llegar. Implica el desarrollo de una nueva identidad. Se refleja en una nueva energía y nos exige compartir el nuevo estado al resto del sistema que nos rodea, de manera de volver a encontrar un equilibrio que nos permita perpetuar las mejoras obtenidas.