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 Por: Mónica Marchant

 

Cada día, los diferentes medios de comunicación nos dan a conocer una serie de acontecimientos mostrándonos riñas en los colegios, en los barrios, en el transporte público, en largas filas de espera, entre otros. El factor común sería la violencia en todas sus formas.

A mi modo de ver, y sustentada en los estudiosos del tema, las experiencias de violencia se inician a temprana edad, en pleno proceso de formación. Aprendemos primero y luego enseñamos lo recibido de nuestros cuidadores. Lo más frecuente es que sean los padres y madres quienes ejecutan esta labor, teniendo más o menos herramientas para hacerlo, ellos también repiten lo que aprendieron de sus adultos significativos, creando así una cadena transgeneracional.

Vemos violencia en los estadios, lugares de esparcimiento y deporte, violencia en los colegios, violencia de género, sexual, verbal, doméstica, económica, etc. ¿Qué hacemos como sociedad? Penalizamos. Cada vez la responsabilidad penal tiende a ser a una edad más temprana en las y los niños infractores de ley.

Esta es una medida reactiva y se requieren medidas preventivas, que den cuenta de la complejidad del problema y muestren efectos positivos en el largo plazo. Si bien estas medidas son difíciles de implementar, como sociedad tenemos que movilizarnos y caminar en esa dirección

Urge el buen trato con las niñas, niños y adolescentes. Una persona amada, protegida, escuchada, con derecho a equivocarse, con límites claros, estará capacitada de mejores recursos y habilidades para amarse a sí misma y entregar cuidado y respeto a los demás.

El amor contribuye a reparar las heridas emocionales de la infancia que, sin verlas y atenderlas, entrampan nuestro bienestar, causando algunas veces estragos personales, familiares y sociales.

Tratemos de hacer más gestos amables y menos sancionadores. Partamos por casa, partamos con nosotros mismos, a través del buen trato, el respeto, la empatía, para luego replicarlo con nuestras niñas, niños y adolescentes. Es importante avanzar en mejorar nuestros niveles de violencia tanto en el ámbito personal como en el colectivo.

Es necesario dar el primer paso hoy. Si un padre o madre, por alguna razón, se encuentran imposibilitados de darlo, ¿Cómo darías tú ese primer paso por los padres y madres que no pueden?