+569 88034461 info@cenfa.cl

Por: Elaine Smith

 

Mucho de lo experimentado o vivenciado durante los primeros años de vida, tiene efectos en nuestra edad adulta. Te invito a abrazar tu infancia, y aprender a conversar con la niña o niño que un día fuiste. Hoy que eres adulto, atrévete a mirar hacia atrás, para comprender mejor tu presente.

Llegó el invierno, y con él los días grises y fríos. Alguien se apegará a la ventana y mirará con cierta melancolía el atardecer, la calle mojada, las nubes llorando sobre los vivos colores de los semáforos y sus destellos. Un recuerdo difuso, una sensación vaga y quizás incómoda, viene a pintar de gris el momento. De pronto, un suspiro nos tironea el chaleco y al mirar hacia abajo vemos a un niño junto a nosotros, con su carita apoyada en la ventana mojada, exhalando el tibio aliento para despejar el vidrio para ver mejor. Sin darnos cuenta, los sentimientos nos invaden como en aquel tiempo. Repentinamente, nos encontramos con los brazos cruzados, acurrucándonos, conteniéndonos.

Miro al niño que un día fui y lo tomo entre mis brazos. Me susurra: ¿te estoy molestando?

¡Claro que no!, respondo, y mientras lo acaricio, le digo ¿sabes ?, yo te puedo aclarar algunas cosas que hoy nublan tu mirada y la mía. ¿Recuerdas esa partida que te hizo sentir tanta pena?, ¿cómo te sentías, cuando jugabas solo todo el día y solo querías abrazar a tu papá o a tu mamá? O, ¿quizás recuerdas lo injusto que fue un castigo? O, ¿cuánto sufriste al no poder explicar tus lágrimas? Entonces, pasamos la mano por el vidrio y volvemos a mirar. Nos acurrucamos. Comprendo que los colores que veo hoy son los del volantín que elevé cuando niño, que el sabor del café es poco dulce, como la leche de mi infancia, que el silencio o la soledad se vuelven monstruos, como las tardes en que todos salían a trabajar. Tantas cosas que hoy no vemos, pero sentimos, y no entendemos bien.

¡Te invito a abrazar tu infancia!, a mirar por la ventana y observar cómo sale el sol luego de una intensa lluvia. A trabajar terapéuticamente en el encuentro con las experiencias y vivencias de niñez, para conocerse, entenderse, quererse, sanar vínculos, finalmente para

¡estar bien! Si no sabes cómo hacerlo, la ayuda terapéutica con una psicóloga o consejera te pueden guiar.