Por: Javiera Tejeda
Cada cultura tiene distintas tradiciones para celebrar la llegada de un nuevo año, pero pareciera ser una experiencia casi universal la de generar nuevos propósitos. El principal fin de esto suele ser para establecer cambios beneficiosos en las diversas áreas de nuestras vidas.
Pareciera ser que con el paso de los días la motivación por generar estos cambios desaparece y la tendencia es a mantener los mismos hábitos de siempre. Estamos llegando a mediados de febrero y algo que suele ocurrir, es que muchos de estos propósitos van quedando en el olvido.
¿Por qué atribuimos nuestra motivación al cambio a una celebración o a algún hito cultural? Como terapeuta de pacientes adultos me he dado cuenta que el principal factor que impulsa un cambio son los niveles de motivación del paciente. Cada persona es distinta, algunas buscan generar cambios gracias a expectativas internas como adquirir una nueva habilidad; otras lo buscan a través de expectativas externas, como aprobación de los pares. También es importante la percepción que tenemos sobre nuestra autoeficacia; algunos individuos saben que son capaces de lograr lo que se proponen, mientras otros deben observar y potenciar sus fortalezas para poder sentirse auto eficaces.
Una vez que se encuentra este impulso a la acción, es importante tener en cuenta los siguientes aspectos a la hora de querer hacer cambios:
- ¿Qué es lo que quiero lograr exactamente?
- ¿Qué beneficios obtendré?
- ¿Cuánto tiempo necesito para alcanzar mis objetivos?
- ¿Quéacciones debo realizar para lograrlo?
- ¿Qué fortalezas y debilidades se imponen a la hora de lograr este cambio?
Esta reflexión, nos permitirá esclarecer nuestros objetivos y hará más fácil poder tomar las acciones necesarias para alcanzarlos. Para algunas personas puede ser complejo identificar estos aspectos, sobre todo si no lo ha hecho antes; por eso se recomienda buscar el apoyo de un terapeuta profesional que le ayudará a identificar nuevos objetivos desarrollar estrategias para logros.